Hermandad del Cachorro


Resumen histórico

Pontificia, Real e Ilustre Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Madre y Señora del Patrocinio.

Poco podían imaginar los antiguos vecinos de las afueras de Triana, al sitio del camino del campo de Castilla, que aquel templete que en el siglo XVII cobijaba la entrañable y menuda imagen de la Virgen del Patrocinio fuera a convertirse con el paso del tiempo en lugar de profundas devociones de proyección universal. El origen de este centro de veneración se pierde aún en la contradictoria nebulosa de la historia y de la tradición oral.

De una parte los investigadores aluden a una corporación con hospital propio fundada por gentes de color en 1584 en la cercana calle Portugalete, como Hermandad penitencial de Nuestra Señora del Rosario. Debido a los pleitos de exclusividad que sobre esta advocación interpuso la comunidad dominica de Sevilla hubieron de ir variando sucesivamente tal título, a la par que por diversas vicisitudes mudaban también de ubicación.

Así en 1587 pasó a llamarse de Nuestra Señora de las Cuevas, trasladándose por aquel entonces -tal vez a causa de la reducción de hospitales ordenada en 1586- al entorno del Monasterio de la Cartuja en que hoy la conocemos. Más adelante recobró el título de Rosario, al cesar las reclamaciones de la Orden de Predicadores en este sentido, y de entonces proviene que a este útimo tramo de la calle Castilla se le denominara largo tiempo como calle Rosario. En 1660 se le otorgó que pudieran tomar a censo perpetuo un pedazo de tierra calma que pertenecía a las monjas del Dulce Nombre y en cuyo suelo levantaron la Capilla. Nuevamente, cuando la orden de Santo Domingo se instala en Triana en 1673, en la ermita de la Candelaria (actual templo de San Jacinto), la cercanía reaviva el litigio del nombre y adoptan finalmente la advocación del Patrocinio. Junto a estas indagaciones, se ha perpetuado a través de las generaciones la creencia de que esta advocación se había creado en torno a una imagen gloriosa encontrada en el brocal de un pozo, en cuyo lugar se levantó un primer templete dándole culto bajo el nombre de Patrocinio.

Y que en la real visita del monarca Felipe IV a Sevilla en 1624, una tarde que paseaba en su falúa por el río, acudió a postrarse ante dicha imagen, cuyo título tanto defendería posteriormente en gratitud por los favores dispensados por la Virgen durante su reinado, extendiéndolo entre sus reinos y consiguiendo de Roma en 1656 la institución de la Fiesta del Patrocinio de Nuestra Señora. Por este motivo la Hermandad ha organizado desde tiempo inmemorial, cada año, solemnes sufragios por su alma. Bien pudieran conciliarse ámbas teorías intuyendo, como se ha apuntado, que es por la eclosión que se vive en toda la nación respecto a la prodigada advocación del Patrocinio por lo que se la elige en 1673 cuando se debe abandonar definitivamente la del Rosario, más aún -quizá- cuando el monarca que tanto hizo por su propagación pudo haber venerado personalmente el sagrado simulacro de la Virgen trianera medio siglo antes. Mientras algunas opiniones insinúan el pronto declive de esta Hermandad, resulta extraño a tan escaso tiempo de los hechos narrados y cuando en 1671 había labrado un retablo, ejecutado por el maestro ensamblador Marcos de Yepes, para el Cristo con la Cruz a cuestas al que igualmente daba culto. Pero lo cierto es que en 1680 surge en la pequeña capilla una nueva corporación, la del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de la Paz, que en 1682 encarga la realización de una efigie de Cristo en la Cruz al joven imaginero utrerano afincado en Sevilla Francisco Antonio Gijón. Esto supondrá el hito de mayor trascendencia en la historia que abordamos. La imagen que Gijón entrega supone algo muy distinto a lo que el barroco andaluz había producido durante su ya larga y fecunda trayectoria, hasta el punto que ha dado en considerarse el canto de cisne último de tal estilo. Como escribiera el catedrático de Arte sr. Bernales, “después de este Cristo vino el silencio de las gubias”. De él se han escrito todo tipo de elogios tanto por la crítica de Arte como por la literatura piadosa. En su hechura viene a unir el postrer estertor de agonía del Redentor en el madero y el Glorioso Triunfo de la Resurrección que su muerte anuncia. La mirada elevada, la fortaleza de su pecho, la agitada violencia de su sudario y la sedienta expresión de su rostro han confortado durante tres siglos a miles de devotos, hasta el punto de convertir aquella humilde ermita originaria en foco inconfundible de fe y de religiosidad.

En 1689 y por el Cardenal Ambrosio Spínola quedaron fusionadas ambas corporaciones mencionadas, pasando a constituir una sola como Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Señora del Patrocinio. Se establece para su salida penitencial la tarde del Viernes Santo. También por aquellos años, a finales del XVII, posiblemente en relación con estos hechos, se amplió la Capilla añadiéndosele el primer cuerpo, reedificándola y restaurando todo lo demás. Esta obra se hizo a costa de Sebastián Fernández Barrantes quien al morir sería enterrado en el Presbiterio. Desde entonces ha sido creciente el auge de la corporación resultante dado el continuo crecimiento de la devoción hacia ambos titulares. El Crucificado emociona a cuantos lo contemplan, trasladándoles a la cima trascendente del Gólgota. La Virgen del Patrocinio, que desde 1750 añade al carácter letífico con que contaba, el carácter penitencial incorporando a la procesión de Semana Santa una Dolorosa encargada al escultor Cristobal Ramos, sigue infundiendo mientras tanto el amparo de su protección a cuantos le imploran.

Todo ello encuadrado en el singular estilo de religiosidad popular del común de las cofradías sevillanas pero a la vez con acentos propios y distintos producidos por el impacto visual de la efigie del Cristo y por la insistente propagación de cuanto el nombre de la Señora trasluce, vinculado a la creencia de su Mediación Universal como medianera de todas las gracias.

Durante el siglo XIX y debido a epidemias y calamidades son numerosas las ocasiones en que se han organizado rogativas con el Santísimo Cristo de la Expiración. Así en 1800, 1849 y 1865 por ejemplo, dando prueba de efectos milagrosos en éstas como así en sus procesiones de Semana Santa. En la de 1865… Entre las principales mejoras de la Capilla destaca que a principios de dicho siglo, en 1814, se instaló el retablo mayor de la Capilla, procedente de la Iglesia de San Alberto a cuya comunidad le sería adquirido. En 1846 cruza el río por vez primera en su estación de penitencia para acudir a la Catedral pues hasta entonces la realizaba a la Real Parroquia de Señora Santa Ana y desde 1878 la realiza regularmente cada año pues hasta entonces no acudía de forma continuada.

La imagen corporativa de la Hermandad va definiéndose tal y como hoy la conocemos hacia principios del XX. En 1909 se establece definitivamente su característico hábito penitencial, con túnica y antifaz negro y capa blanca. En 1921 sustituye la imagen dolorosa de la Virgen del Patrocinio por otra de autor desconocido de rostro más letífico y acorde con la advocación. En 1923 se transforma el color de su paso de palio pasando del negro al rojo, estrenando el riquísimo palio de malla de oro bordada, diseñado por Herminia Alvarez Udell y realizado por el taller de Hijos de Olmo.

Pero será en 1926 cuando enriquezca su patrimonio con uno de los enseres que más contenido espiritual proclama: en Noviembre de ese año estrena el “Mediatrix“, insignia o bandera que proclama la defensa y voto realizado solemnemente por la Hermandad de defender la creencia antes aludida en la Mediación de la Santísima Virgen, voto que renueva cada año, como cada año enarbola orgullosamente en las calles de Sevilla esta insignia que toma su nombre de la inscripción latina “Mediatrix Omnium Gratiorum, Dedisti Protectiones Salutis Tuae“.

En la primera mitad de este siglo y ante la numerosa cantidad de fieles que congregan los cultos de la Hermandad comienza a celebrarse el anual Quinario en honor de sus titulares en la Parroquia de Santa Ana. No es sin embargo hasta 1946 cuando al fin se logra aprobar el proyecto realizado por el hermano y arquitecto D. Aurelio Gómez Millán, para un nuevo templo acorde con las necesidades espirituales y materiales de la Hermandad, colocando su primera piedra el Domingo de Resurrección de 1947 el Cardenal Arzobispo de Sevilla D. Pedro Segura y Sáenz, con asistencia de las primeras autoridades de la ciudad. Catorce años después, el 8 de Marzo de 1960 el Cardenal D. José María Bueno Monreal bendice el nuevo templo del Santísimo Cristo de la Expiración que ha respetado la antigua Capilla del Patrocinio conectándola como Capilla del Sagrario. El Crucificado, que antes se veneraba en un pequeño altar lateral de mármol, pasa a ser ahora el centro de veneración ocupando el altar mayor. Por cierto que este prelado, Bueno Monreal, le tenía gran devoción al Cristo de la Expiración, hasta el punto que en el año 1975, cuando las cofradías sevillanas le homenajean con motivo de sus Bodas de Oro sacerdotales no encuentran mejor ofrenda que una reproducción a tamaño académico de este Cristo, que con tal motivo estuvo expuesta en el Salón Colón del Ayuntamiento. Esta reproducción presidió su habitación particular hasta su muerte y hoy preside el salón de actos del Seminario Mayor de Sevilla. Para más abundancia, habiendo fallecido fuera de la ciudad, en la entrada en Sevilla de sus restos mortales la ciudad lo recibió con un responso en la Capilla que años antes había consagrado. Se debe destacar cómo desde finales del siglo XIX en que tan afectada resultara en numerosas ocasiones por las crecidas del río, la corporación ha dado continuas muestras de estímulo ante la desgracia, saliendo recuperada y fortalecida. Pero la mayor de ellas es la demostración de devoción y superación tras el incendio fortuíto sucedido el 26 de Febrero de 1973 en la Capilla, en la que milagrosamente se salvó la imagen del Cristo mientras la de la Virgen, que estaba a sus pies, fue totalmente destruida por las llamas. Supuso una fuerte conmoción en el barrio, en Sevilla y más allá de nuestras fronteras.

Pero como decimos, antes de traducirse en una aflicción, significó un nuevo revulsivo, sustituyendo de inmediato la efigie de la Virgen por otra de similar o mejores calidades y que se le asemejaba. Se restauró la efigie del Cristo y comenzó una nueva etapa de fuerte esplendor, tanto en número de hermanos como en patrimonio y sobre todo vida religiosa. Desde entonces y hasta hoy, cumplidos veinticinco años ya desde aquel luctuoso trance, apenas queda huella sino del resurgir como lo prueban los cultos, actividades, proyectos y la misma estación de penitencia de la Hermandad. Otros hechos singulares acaecidos en este tiempo han sido la participación en el Vía Crucis de las Cofradías de Sevilla, en 1977 y que desde que lo presidiera en su tercera edición, se convirtió en acto multitudinario de la ciudad; la celebración en 1982 del tercer centenario de la hechura del Cristo, trasladándose a la Catedral y organizándose un Triduo predicado por el Señor Arzobispo Fray Carlos Amigo Vallejo. Aquel año se reabrió al culto la antigua Capilla que había quedado temporalmente en desuso por su mal estado y que con obras posteriores y recientes se ha afianzado estructuralmente con garantías; la renovación reciente de las Reglas de la corporación manteniendo los valores singulares que la historia le ha conferido, como complemento a la actualización postconciliar de su papel en la vida de la Iglesia; la transformación urbanística de su entorno a raiz de las actuaciones preparatorias a la Exposición de 1992 que la han rodeado de gran cantidad de viviendas nuevas y población juvenil; los nuevos espacios expositivos de sus enseres inaugurados en 1999 y la consagración del templo el día 15 de Diciembre de dicho año. Numerosas personalidades han querido vincularse a esta corporación, manteniendo estrechos lazos.

En el año 2004 se iniciaron las obras de restauración del Templo del Santísimo Cristo de la Expiración y de la Casa de Hermandad. Ya en el año 2009, el día 1 de Marzo se bendijo el Ábside del Santísimo Cristo por el Cardenal Excmo. Sr. D. Carlos Amigo Vallejo.

En el año 2010 se finalizaron las obras de restauración de la Casa de Hermandad. En el mes de Octubre, se culminó el retablo del Santísimo Cristo, siendo bendecido por el Arzobispo de Sevilla, Rvmo. Sr. D. Juan José Asenjo Pelegrina el día 3 de Octubre.

Otro espacio importante que se bendice ya en 2011 es el Columbario para los Hermanos Difuntos de la Hermandad, bendecido por el Obispo Auxiliar Rvdmo. Sr. D. Santiago Gómez Sierra en Septiembre de 2011.

Con motivo de la Función Principal del Quinario de 2012, durante el Ofertorio el Arzobispo de Sevilla, el Rvdmo. Sr. D. Juan José Asenjo Pelegrina anunció el nombramiento de Basílica Menor para el Templo del Santísimo Cristo de la Expiración, siendo la única en Triana. Ese mismo año, el propio Sr. Arzobispo, el día 3 de Junio,  consagró el Altar Mayor de la ya Basílica.

Desde el año 2013, todos los Viernes del año se puede visitar al Santísimo Cristo desde el interior de su Ábside, lo cual permite su contemplación cercana en horario de mañana y tarde.

Como curiosidades históricas, en 1955 acudió a orar ante sus plantas el entonces Jefe de Estado español. El título de Real que ostenta la Hermandad junto a los de Pontificia e Ilustre, manifiesta una tradición histórica que arranca de los tiempos de Felipe IV y llega hasta nuestros días. El Rey D. Juan Carlos I, que ha presenciado su procesión, es Hermano Mayor Mayor honorario de la corporación y hasta su fallecimiento fue camarera del Santísimo Cristo su madre Dº Mercedes, Condesa de Barcelona, cargo heredado a su vez de su madre, la Infanta Dª Luisa de Orleans. También se han postrado ante el Cristo otras Casas Reales como los Reyes Balduíno y Fabiola de Bélgica o Gustavo y Silvia de Suecia.

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